La Pinacoteca Comunale "Carlo Servolini " de Collesalvetti acoge hasta el 7 de agosto de 2025 una exposición destinada a arrojar nueva luz sobre una figura compleja y aún poco explorada del panorama artístico y literario de principios del siglo XX en Livorno: Aleardo Kutufà (Livorno, 1891-1972). La exposición, titulada L’ora delle Lampade. Dialoghi di Aleardo Kutufà tra estetismo dannunziano, fantasmi crepuscolari e sogno del Medioevo (Diálogos de Aleardo Kutufà entre el esteticismo de D’Annunzio, los fantasmas crepusculares y los sueños del Medioevo), promovida por el Ayuntamiento de Collesalvetti y comisariada por Francesca Cagianelli con Stefano Andres y Emanuele Bardazzi, reconstruye la polifacética naturaleza de un intelectual cuya obra, aunque recompensada en su tiempo con un considerable reconocimiento nacional, ha sido injustamente relegada al olvido.
El valor de Kutufà fue reconocido por destacadas figuras de la cultura italiana y europea. Giovanni Marradi, poeta y patriota de Livorno, calificó sus libros de “gran revelación del genio”. Su amigo el novelista Guido da Verona elogió su obra como “de alto y musical valor”, mientras que Guido Mazzoni, poeta y político, admiraba sus “elevadas cualidades de escritor”. Incluso personalidades de la talla de Gabriele d’Annunzio, Benedetto Croce, Arturo Graf y el célebre compositor Arturo Toscanini expresaron juicios halagadores hacia él, dando fe de su talla intelectual y artística. A pesar de ello, su nombre sólo parece haber sido marginalmente cuestionado en el volumen Virtù degli artisti labronici de Gastone Razzaguta, mientras que Carlo Servolini, en su Commedia Labronica delle Belle Arti, lo celebró en el “Desfile de los olvidados” como artista polifacético y hombre de letras.
Nacido en Livorno el 9 de noviembre de 1891 en el seno de una familia aristocrática (Cavaliere Nicola Kutufà y Marchesa Gemma Turini Del Punta), Aleardo Enrico Leopoldo Paolo Kutufà cultivó durante toda su vida un profundo orgullo por sus orígenes y un fuerte vínculo espiritual con Ellas, vagando por Oriente en sus múltiples formas: griega, bizantina, turca y la fabulosa descrita en Las mil y una noches.
La trayectoria cultural de Kutufà fue precoz. Se matriculó en el Liceo Classico Niccolini de Livorno y probablemente conoció a Ettore Serra en 1911, con quien entabló una “amistad fraternal”. En la misma época, publicó para el editor R. Giusti un tratado de filosofía, La Metafisica teologica (La Metafísica teológica), obra impregnada de especulaciones deístas y antitradicionales. Gracias a la influencia de Serra, Kutufà se adentró en los caminos del esteticismo, acercándose a las teorías estéticas de Angelo Conti y al pensamiento de Nietzsche. También compartía un profundo amor por gigantes de la música como Beethoven, Wagner y Catalani, y un refinado gusto por los Primitivos y los Prerrafaelitas.
Carlo Servolini fue uno de los primeros en documentar esta extraordinaria temporada cultural, celebrando a Kutufà como un “poeta de culto, hombre de letras y más”, que fue injustamente condenado al olvido porque, “imitando tan bien a los antiguos, se convirtió en creador, de modo que todo lo que era no era un mero comerciante”. De esta asociación intelectual nació un verdadero cenobio, coordinado por el propio Servolini, que Gino M azzanti evocaría en 1968 como una “hermandad” (G. Mazzanti, Ricordo ventennale di un maestro. Carlo Servolini pintor y grabador (1876-1948), en “Le Venezie e L’Italia”, VII, 3, 1968). Este grupo contribuyó a la germinación, en el Livorno del Caffè Bardi, de un humus simbolista alimentado por la estética ruskiniana, el esteticismo de D’Annunzio y el revival neogótico, coordenadas absolutamente inéditas para la ciudad.
Un ejemplo tangible de esta efervescencia cultural es la publicación, en 1928, de Àkanthos de Gino Mazzanti, un unicum bibliográfico que representa una avanzadilla de la difusión de la verborrea ruskiniana en suelo labroniano. La exposición muestra una ilustración profética del mismo, adornada con una cita de D’Annunzio de Per l’Italia degli Italiani, Discorso pronunziato in Milano dalla rahiera del Palazzo marino la noche del 3 de agosto de 1922, publicado posteriormente en “Bottega di Poesia” (Milán 1923).
El itinerario expositivo es el resultado de una densa red de investigación bibliográfica y del pionero trabajo de catalogación documental realizado por Stefano Andres en el Fondo Grubicy-Benvenuti, conservado en el Archivo MART (Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto). Este trabajo ha permitido concebir un itinerario que alterna ilustraciones, grabados, dibujos y pinturas de Kutufà, todos los cuales sirven para rediseñar, a través de una sorprendente secuencia de comparaciones y contrapuntos evocadores, el temperamento crítico, literario, filosófico y estético de gran cultura que Aleardo Kutufà estableció en la que quizá sea su obra más inspirada y lograda: el volumen promovido por Ermanno Tallone, Benvenuto Benvenuti, Un colloquio di Aleardo Kutufà d’Atene, publicado en Lucca por Edizioni A. Lippi en 1944.
En el Fondo Grubicy-Benvenuti se encontraron decenas de cartas y otros documentos relativos a Aleardo Kutufà. Entre ellas figura una tarjeta de felicitación enviada por el artista a Vittore Grubicy, presumiblemente en 1915, cuando aún vivía en la plaza Carlo Alberto de Livorno. Aún más significativas son las más de 50 cartas epistolares intercambiadas con Benvenuto Benvenuti entre 1911 y 1951, con especial referencia a los acontecimientos de los años cuarenta, periodo crucial de la colaboración entre los dos artistas para la redacción del “Coloquio” publicado posteriormente en 1944. Este material no sólo documenta la agitada trayectoria editorial de la obra, complicada por la guerra en curso, sino que, desde un punto de vista filológico, permite apreciar una serie de proyectos de construcción, hipótesis de trabajo, glosas y variantes (también en relación con el título: L’erede Spirituale Di Vittore Grubicy - L’architettura del Sogno- Benvenuto Benvenuti; Benvenuto Benvenuti Pittore Architetto; Pittori Labronici. Benvenuto Benvenuti. Un coloquio de Aleardo Kutufà de Atenas) que no se incluyeron en la versión final.
En una perspectiva de continuidad estratégica en la programación cultural de la Pinacoteca Comunale Carlo Servolini, la exposición prosigue el diálogo con Raoul Dal Molin Ferenzona, de quien Aleardo Kutufà fue admirador y colaborador. Una colección de grabados raros de Dal Molin Ferenzona, cortesía de Emanuele Bardazzi, renueva el enfoque sobre este protagonista ya en el centro de la exposición anterior Enchiridion notturno. Estas obras exploran temas que se remontan a los “misterios conventuales” envueltos en un lánguido misticismo y sensualismo religioso, en plena consonancia con la poética crepuscular desarrollada por el artista en Roma a través de su frecuentación de la tertulia literaria de su fraternal amigo Sergio Corazzini. Los grabados pertenecen en su mayor parte al periodo llamado “purista” de Ferenzona, en el que, utilizando la punta seca y la punta de diamante, obtuvo un signo destilado, sutil y a veces evanescente para delinear figuras monásticas predominantemente femeninas, impregnadas de una enigmática indescifrabilidad, con claras referencias a los rostros en forma de esfinge del artista belga Fernand Khnopff, cuya punta seca Un voile se expone a modo de comparación.
La exposición también ofrece una visión de esa coyuntura excepcional del Crepuscularismo romano, que bebió ampliamente de la literatura poética del Simbolismo belga, eligiendo la melancolía silenciosa de claustros y conventos como fuente evocadora de inspiración. Una referencia ineludible es la novela Brujas-La-Morte de Georges Rodenbach, en la que también se inspiró Georges de Feure (seudónimo de Georges Joseph van Sluijters), nacido en París de padre holandés y madre belga, en el álbum Bruges mystique et sensuelle realizado en 1899. Se exponen dos litografías de esta obra(La Canal y Le Marché aux puces) junto con un tema similar publicado en Les Maîtres de l’affiche. De Feure captó de los libros del escritor belga (no sólo Brujas-La-Morte, sino también la novela posterior Le Carillonneur) la doble alma sensual y soñadora de Brujas, donde se entrelazaban el misticismo y el amor apasionado.
En un singular aguafuerte de Bona Ceccherelli, alumno de la escuela florentina de grabado dirigida por el umbro Celestino Celestini, aún se perciben, varios años después, ciertos ecos de la suite de Defeud en la procesión de beguinas hacia una iglesia surrealista que recuerda a su vez la arquitectura geometrizante del propio Celestini, durante un breve periodo ayudante de escenografía de Edward Gordon Craig en el teatro Goldoni de Florencia.
También es emblemático el caso de Umberto Prencipe, que en 1905 se retiró en completa soledad a Orvieto, encontrando en las atmósferas claustrales, desiertas y nocturnas de la ciudad umbra temas de emoción literaria que evocaban la “ciudad muerta” de Rodenbach (se expone el grabado Ora triste). Allí se le unió su amigo Ferenzona, que había visitado Brujas en 1906, evocándola en el poema Brujas y dedicándole más tarde un aguafuerte que ahora se expone en Collesalvetti. Especialmente significativa es la presencia en la exposición del aguatinta coloreado de Mélanie Germaine Tailleur, que reproduce fielmente el cuadro de Khnopff, Souvenir de Bruges. L’entrée du Béguinage, con el mismo encuadre utilizado por el artista para la portada de la novela de Rodenbach.
Inspiradas en los poemas de Émile Verhaeren, otro escritor de culto entre los crepusculares romanos, se encuentran varias litografías de Constant Montald, Fernand Khnopff, René Janssens, Amedée Lynen y Georges Baltus, realizadas con motivo de una conferencia en honor del célebre hombre de letras y recogidas en un número especial de la revista belga “Le Musée du Livre” en 1918. Dos temas pertenecientes al periodo simbolista y rosacruz del artista francés Marcel-Lenoir (seudónimo de Jules Oury) representan la aparición fantasmal de un rostro femenino surgido de los pensamientos de dos sabios vestidos de monjes ante una mesa iluminada por las llamas de una lámpara(La Pensée) y, además, un maestro xilógrafo parecido a un viejo mago sentado en una silla de madera tallada con símbolos arcanos en el interior de un taller de estilo medieval, “ciseleur des son rêves avec ses doigts subtils” delante de un bloque para tallar con buriles(Le graveur sur bois, realizado para “L’Image”, revista de los xilógrafos franceses en defensa del grabado original en madera, amenazado por las técnicas modernas de reproducción).
La exposición se divide en cuatro secciones temáticas, cada una de las cuales explora un aspecto particular de la investigación de Kutufà y el contexto cultural en el que trabajó.
La primera sección, titulada Poemas de piedra: Renacimiento espiritual y estético en Livorno bajo el signo de Ruskin, pretende investigar la actitud sincretista de Aleardo Kutufà, en medio de las predilecciones de Ruskin, los pastiches neogóticos y los escenarios de estilo parnasiano. Inauguran la exposición dos iconos de la iconografía ruskiniana, las litografías San Marcos. Detalles de los Capiteles de Lirio y Ca’ Bernardo Mocenigo. Capitel de las Ventanas. A ellas se unen, con una extrema sugerencia de intencionalidad comparativa, unas refinadas ilustraciones de Gino Mazzanti, extraídas de su principal obra histórico-crítica, Àkanthos. Breviario d’arte, con 120 ilustraciones del autor, vol. I: Architettura, Raffaello. I: Architettura, Raffaello Giusti, Editore - Livorno 1928, dedicado “Al Prof. Lorenzo Cecchi, architetto”. La “visión de las acuarelas luminosas y frescas de Cecchi”, realizadas con ocasión de sus “peregrinaciones como arquitecto-pintor” de Roma a Pompeya, a las “ciudades muertas” de la Magna Grecia y de Sicilia (algunas de las cuales fueron expuestas), impuso en el Livorno del Caffè Bardi “la veneración por la época pasada magnífica e inexorablemente cerrada”. Al compilar el volumen, como declaró el propio Mazzanti, se pretendía cotejar pasajes de célebres escritores italianos y extranjeros, tanto antiguos como modernos, hasta el punto de que citas de Gabriele d’Annunzio, Francesco Milizia, Filippo Baldinucci, John Ruskin, Giorgio Vasari, Ugo Ojetti, Jean-François Champollion, Goethe y Maspero se entrelazan ex aequo en 438 páginas. Fue el propio Aleardo Kutufà quien, con su inédito Tríptico, sancionó en Livorno una temporada coronada por la estética de Ruskin, mezcla de orientalismo y gótico, cuya mezcla sincretista llegó a engullir incluso el temperamento esotérico inherente a las visiones arquitectónicas ideadas por Benvenuto Benvenuti, quien evocó en su mente la frase de Ruskin de que “el arquitecto no debe mirar un proyecto en el esqueleto de sus líneas, sino concebirlo cuando vaya a ser iluminado por el alba o abandonado por el crepúsculo”.
La segunda sección, titulada Polifonías artísticas: Laudes del cielo, del mar y de la tierra, en línea con los argumentos esbozados por Aleardo Kutufà en su volumen Benvenuto Benvenuti. Coloquio de Aleardo Kutufà de Atenas, dirige la atención desde las arquitecturas esotéricas del Divisionista de Livorno a la llamada “gloria de la Creación”, marcada por los símbolos de las Estaciones y las alegorías de las Edades de la Existencia, orquestadas por la música de ese “órgano gigantesco”, funcional a la difusión de un vértigo de inmensidadde un sueño inexpresado destinado a transfundir los temas de la pintura de Benvenuti en siete sinfonías, a saber, “las sinfonías de la realidad, del panteísmo, del misticismo, de las voces primordiales, del misterio trágico, de los sueños y de la muerte”. Resurge así el mecenazgo cultural de Angelo Conti, que invistió a Benvenuti de ideales acordes con su reflexión teórica, según la cual “una visión de Oriente” brillaba en la arquitectura de Benvenuti, en consonancia con la esencia de tantos testimonios arquitectónicos toscanos que, desde el Baptisterio florentino hasta el interior de la catedral de Siena, lograban transmitir “un ritmo de cantos orientales”. El resultado es esa especie de buena nueva anunciada por Kutufà, que es “la hora de las lámparas”, fórmula alusiva al título del artículo de Francesco Casnati (Szombathely, 1892 - Como, 1970), “L’ora delle lampade: a proposito del Notturno di d’Annunzio”, aparecido en la revista “Vita e Pensiero” en 1922, en el que el periodista relata la génesis excepcional del llamado “comentario de las tinieblas”: en otras palabras, es d’Annunzio quien, “en medio del tormento de las visiones”, anuncia la enésima metamorfosis de un alma, ahora elevada a “puro espíritu sobre la idealidad del mundo”. Son, pues, “exploraciones de sombra” las apreciadas por Casnati y evocadas por Kutufà, reverberando un nuevo estilo D’Annunzio, equivalente a “ritmos costumbristas” que evocan “músicas de lo más tenue”. Entre los iconos de esta sección se encuentran La Porticina de Raoul Dal Molin Ferenzona (cortesía de Emanuele Bardazzi), Fuente en la Villa de Carlo Servolini (Ayuntamiento de Collesalvetti), El Jardín de la Luz, 1925 de Benvenuto Benvenuti (colección privada); Atardecer, 1921 de Gino Romiti (cortesía de Gianni Schiavon), y por último dos dibujos monumentales del paisajismo llamado “virgiliano” y “teocriteano” de Benvenuto Benvenuti, Vicolo con case y Paesaggio (cortesía de la Galleria d’Arte Goldoni, Livorno), donde la eterna y emblemática alternancia entre sol y sombra repite el misterioso encanto de las polaridades del ciclo existencial.
La tercera sección, titulada Gli Uffizi del Vespro: Città d’incantesimo e di sogno (Los Uffizi de las Vísperas: ciudades de encantamiento y de sueño), propone un itinerario conmovedor a través de ciertas visiones crepusculares de vocación divisionista y de gestación d’Annunziana, ideadas por Aleardo Kutufà en su Elegia delle città morte. Poema e Quadri di Aleardo Kutufà d’Atene (Livorno, Benvenuti e Cavaciocchi 1928). Estas obras se comparan con las seductoras obras crepusculares de Lorenzo Cecchi, Carlo Servolini, Benvenuto Benvenuti, Renato Natali y Raoul Dal Molin Ferenzona, y al mismo tiempo con algunos magníficos ejemplos del simbolismo internacional, en particular del belga. Inaugura la sección el Convento abandonado de Lorenzo Cecchi, líder de muchos artistas labronianos, de Benvenuto Benvenuti a Renato Natali, pero sobre todo coordinador de la fraternidad de la que también formaban parte Carlo Servolini y Gino Mazzanti, que con su arquitectura silenciosa, a caballo entre las leyendas neomedievales y los misterios conventuales, relanzó la estética neogótica en la zona de Livorno con originales rasgos estilísticos. Un fascinante núcleo de grabados de Raoul Dal Molin Ferenzona, empeñado en transcribir el encanto de las “ciudades muertas” del eco de D’Annunzio en nocturnos impregnados de éxtasis melancólico y ardor visionario, constituye su epílogo fisiológico. Si La Chiesa della Valle Benedetta, 1920-1922 de Renato Natali (cortesía de la Galleria Corsini, Castiglioncello), devuelve los encantos del atardecer a un registro de dramatismo expresivo compensado por el folclore labroniano, la ascensionalidad visionaria de la de las torres de San Gimignano inmortalizada en la xilografía de Irma Pavone Grotta, Città di sogno (1926), recita casi literalmente la tensión espiritual que vibra en esas ciudades envueltas en hechizos misteriosos, evocada en los poemas de Aleardo Kutufà.
La cuarta sección, titulada Nei penetrali del mio Tempio: il cenobio degli Eletti tra misteri conventuali e formule iniziatiche (En los penetrales de mi templo: el cenobio de los elegidos entre misterios conventuales y fórmulas iniciáticas), pretende desentrañar el misterio del tema conventual y la alegoría de una Edad Media fantástica, vívidamente evocada por Aleardo Kutufà, en simbiosis con algunas visiones místicas cerebrales firmadas por Raoul Dal Molin Ferenzona entre los años 1910 y 1930. Entre ellas, El sacrificio, 1909 (punta seca); Convento bajo la nieve, 1910 (punta seca); El misterio de la Eucaristía, 1910 (punta seca); Un pecado (punta seca); Brujas, 1914 (aguafuerte); La monja mala, 1915 (aguafuerte y punta seca); El rostro del comulgante, 1932 (punta seca). Estas obras deben considerarse como un verdadero himno de celebración de los misterios conventuales que el artista toscano comparte con ciertos protagonistas del simbolismo europeo. De hecho, esta sección está embellecida por numerosas obras de ambiente claustral, firmadas por los protagonistas del movimiento simbolista belga, cuyos espléndidos grabados figuran en la exposición, en particular por Constant Montald (Bélgica 1862 - 1944), Fernand Khnopff (Grembergen-lez-Termonde, 1858 - Bruselas, 1921), René Janssens (Bélgica, 1870 - 1936), Amedée Lynen (Saint-Josse-ten-Noode, 1852 - Bruselas, 1938), Georges Baltus (Courtrai, 1874 - Overijse, 1967); Georges de Feure (París, 1868 -1943), extraído de Le Cloître de Emile Verhaeren (Sint-Amands, 1855 - Ruán, 1916), poeta que se convirtió en el progenitor de la escuela simbolista belga. Entre las sorpresas inesperadas de esta sección se encuentran algunas obras maestras del grabado de Charles Doudelet.
La exposición puede visitarse en la Pinacoteca Comunale Carlo Servolini (Complesso di Villa Carmignani, Collesalvetti, via Garibaldi, 79 / località Poggio Pallone) con entrada gratuita todos los jueves de 15.30 a 18.30 horas. También es posible reservar entradas para grupos reducidos. La primera apertura extraordinaria está prevista para el domingo 27 de abril, de 15.30 a 18.30 h. Para más información, llame al 0586 980227 - 3926025703, envíe un correo electrónico a [email protected] o visite www.comune.collesalvetti.li.it.
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Una exposición redescubre a Aleardo Kutufà: un viaje por el simbolismo y los sueños de la Edad Media |
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